lunes, 23 de julio de 2012

La vida en las trincheras

He abierto esta nueva entrada con el interés de crear una discusión. Imaginaros por un instante que os encontráis en el año 1936, en los meses de septiembre-octubre. Sois un miliciano/a perteneciente a la Columna Mangada y os encontráis en las trincheras de lo alto del monte. ¿Cómo viviríais?
Esto es una cosa que me he preguntado yo todas las veces que he subido a ver los restos que quedan después de 75 años a la intemperie.
Los que viven o van a Navalperal sabrán que en septiembre y octubre el clima en el pueblo dista mucho de ser, a veces, agradable. Vamos lo que viene siendo que ya hace fresco (por no decir frío en algunos casos) y más sobre todo por las noches.
Ahora pensad en esa gente, tirada en los abrigos abiertos a pico y pala en la tierra (por cierto, tierra durísima la que hay allí arriba, y muy difícil de cavar para hacer las trincheras que cubriesen a un hombre), con poco más que una manta, una fogata y unas latas de sardinas o carne de buey, a la par que sabes que no puedes moverte mucho porque enfrente tienes al enemigo esperando a que te asomes.
Por las mañanas la situación no era mucho mejor, ya que a esta situación se unían posibles cargas del enemigo, con una constante preparación artillera contra tus posiciones y teniendo que bajar hasta el pueblo, concretamente a la estación, para subir víveres, suministros,... El subirlo sería mediante carros tirados por bueyes o caballos, ya que las carreteras que había en el año 36 en esta zona no eran excesivamente buenas, por lo que un camión tardaría su tiempo en llegar, aunque esto no quiere decir que no subieran vehículos.
Debieron vivir unas condiciones muy duras estos milicianos, pero tampoco fue color de rosa para los nacionales de la 7ª División que tomaron estas posiciones. Es cierto que una vez que tomaron estas posiciones no tuvieron ninguna batalla significativa en esta zona, algo que sí había ocurrido en el verano de 1936 cuando los nacionales llevaron a cabo continuos ataques, prácticamente diarios contra las posiciones republicanas. Pero aún así, sin la presión de tener al enemigo enfrente y estando un poco más descuidado, pensar en pasar el invierno en Navalperal al raso en medio de la Peña Madrid y la Modorrilla es una prueba de fuego, en la cual lo mismo alguno de los soldados que estuvieron allí preferiría haber estado en primera línea de fuego en otro punto de España.
Tras estas "meditaciones" acerca de mi punto de vista de esta campaña, que veo más dura por las condiciones climatológicas y del terreno, que por dureza en los combates, dejo la puerta abierta a posibles comentarios de todo el que quiera participar, ya sea contando alguna historia que sepa de algún familiar suyo que estuviese en Navalperal en esta época, o dando su opinión acerca del tema.

1 comentario:

  1. Como viviría... siendo sincero, ni siquiera me lo puedo imaginar. Vivir en esas condiciones es inhumano, en muchas ocasiones tenían que vivir aguantando la peste de sus propios compañeros. Espero que jamás volvamos a tener que ver una situación así.

    Saludos.

    ResponderEliminar